Me tomé una foto con Van Gohg

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Caminaba yo por el MoMa buscándolo, menospreciaba rincones llenos de arte porque yo sabía qué buscaba, mis ojos solo querían tener de frente al De sterrennacht (Starry Night, en inglés; Noche Estrellada, en español) de mi consentido neo-impresionsita Vincent Van Gohg.

A lo lejos vi un bululú, eran, para variar, un montón de chinos tomando fotos desesperadamente y supe, en ese momento, que lo único que me separaba de cumplir uno de mis sueños eran ellos. Me armé de valor, agarré a mi mamá, le entregué la cámara y le dije «cuando te diga me tomas la foto».  Pedirles permiso fue inútil, pero vencencerme no es tan fácil, llamé al vigilante y comencé a apartar a los chinos, acción que éste secundó de inmediato y en medio de mi histeria por quitarlos se hizo un espacio que aproveché para ponerme junto al cuadro, sonreir y decirle a mi mamá «¡ahora mamá, toma dos fotos!«.

Fue así como lo logré, fue así como me tomé una foto con mi atormentado e inentendido pintor favorito. De sterrennacht es una belleza y muestra la vista nocturna desde la ventana del cuarto del sanatorio de Saint-Rémy-de-Provence, donde estuvo recluido Van Gohg hacia el final de su vida. Data de mediados de 1889, trece meses antes de que decidiera suicidarce.

Desde 1941 forma parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York y hasta 2012 no había presenciado una locura tan desenfrenada como la mia por una foto a su lado.

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